miércoles, 6 de noviembre de 2019

Los ansiolíticos no son tan malos

Tomando psicofármacos con cabeza

Es habitual que si tienes un problema de ansiedad y acudes a tu médico te recete un antidepresivo o, en ocasiones un antidepresivo y un ansiolítico, pero difícilmente te recetará solo un ansiolítico.
Los ansiolíticos tienen mala fama, sin embargo cualquiera que haya leído el prospecto de un antidepresivo, fijándose en sus efectos adversos, tendrá dificultades para imaginar un medicamento peor.
Entiendo que hay dos razones principales para evitar en la medida de lo posible el recetar ansiolíticos: por una parte, su elevado potencial para crear dependencia -es decir, que son adictivos- y, por otra parte, el mal uso que solemos hacer en este país de la medicación, con nuestra tendencia a automedicarnos, regularnos las dosis según nuestro propio criterio y cambiarnos los tratamientos sin la supervisión adecuada.
Sin embargo, aunque muchos antidepresivos tengan también un ligero efecto ansiolítico, para problemas graves de ansiedad lo normal es que ayuden muy poco, además de tardar bastantes días en empezar a tener algún efecto.


Hagamos un inciso porque quiero comentar, antes de seguir, que muchos estudios muestran que los psicofármacos, sean antidepresivos, ansiolíticos o antipsicóticos, no curan los trastornos psicológicos, sino que son un mero parche, ya que al retirar el tratamiento los síntomas reaparecen casi de inmediato -incluso mucas veces potenciados por el efecto rebote-. Por ejemplo, se ha discutido si los antidepresivos realmente curan la depresión, pero varios estudios muestran que aunque haya un alivio de los síntomas al terminar el tratamiento farmacológico, el abordaje de la depresión solo con antidepresivos tiende a cronificar la enfermedad -hacerla periódica-.
La recomendación a nivel internacional del tratamiento de los trastornos psicológicos de la depresión y la ansiedad es que se realice mediante terapia psicológica, que puede apoyarse con psicofármacos, pero no exclusivamente con medicación.
Cuando una persona acude a la consulta de un psicólogo con síntomas que le desbordan es difícil hacer terapia con dicha persona, por lo que en esos casos suele ser necesario el apoyo de una medicación que le reduzca los síntomas y le permita sobrellevar tanto el tratamiento por terapia, como su vida, pero entendiendo que lo que le va a curar a la larga es la terapia, no los fármacos.

Así pues, lo que pretendo en este artículo es explicar un poco mejor los diferentes tipos de ansiolíticos, entendidos como un apoyo a los momentos de mucha ansiedad, no como un tratamiento en sí mismo sino como un medicamento que alivie los síntomas mientras seguimos un proceso terapéutico alternativo que realmente cure la causa de la ansiedad y no solo sus manifestaciones.
No he tenido ningún cliente que tomando los ansiolíticos de la forma adecuada, a demanda o en temporadas muy cortas, haya tenido ningún problema de adicción a los mismos.



Para empezar, nombraré muy brevemente los ansiolíticos clásicos, los barbitúricos, que se consideran demasiado peligrosos hoy en día por su efecto sedante sumamente rápido y por su excesiva toxicidad.

También voy a nombrar muy brevemente los antiestamínicos, ya que algunos de los fármacos de esta familia además de servir para tratar los síntomas alérgicos tienen un efecto ansiolítico, reduciendo los síntomas de ansiedad, aliviando la tensión muscular y con un considerable efecto hipnótico -somnífero-.

La buspirona es un anisolítico un tanto inusual, ya que su vía de acción es bastante diferente al resto de ansiolíticos habituales. Para empezar, apenas tiene efectos secundarios, no crea dependencia y no tiene efectos sedantes. Como limitante, sus efectos tardan en hacerse notar unas dos semanas, por lo que no es útil para el tratamiento de trastornos de ansiedad con crisis puntuales, como los trastornos de pánico o las somatizaciones, pero sí resulta adecuado para trastornos de ansiedad generalizada.

Pero la gran familia de ansiolíticos de la actualidad son las benzodiacepinas, que datan de la época de los 60 y se han convertido en el fármaco por excelencia para el tratamiento de los cuadros de ansiedad. Sin embargo, dentro de esta familia existen medicamentos muy diversos, cada uno con sus características definitorias. A continuación comentaré algunos de los más importantes.

Antes de empezar a analizar las principales bezodiacepinas querría hacer una pequeña aportación personal para explicarlas mejor. Cuando trabajo con mis clientes clasifico los efectos que producen en tres grupos: hipnóticos, para tratamiento del insomnio; físicos, para el tratamiento de los dolores musculares y otras molestias de origen psicosomático; mentales, para calmar la mente. Todas las benzodiacepinas actúan en estos tres ejes y me ayuda clasificarlas según su mayor o menor efecto en cada uno de esos ámbitos, para explicar mejor su uso más adecuado. Entiéndase que esta clasificación es muy simplista y el efecto puede variar entre diferentes personas, pero encuentro que resulta muy útil para que mis clientes entiendan las diferencias entre los diferentes fármacos de esta familia.
Otro comentario adicional, cuando hablo del tiempo de efecto de los ansiolíticos, hay que tener en cuenta que cambia mucho según la constitución de la persona y del tiempo que se lleven tomando, ya que producen resistencia -cada vez hace falta más dosis para conseguir el mismo efecto-. Además, el efecto álgido es al poco tiempo de tomar el medicamento y va decayendo progresivamente. 

El primero a comentar no puede ser otro que el diazepam, más conocido por el nombre comercial de valium, que fue la primera benzodiacepina en ser descubierta. Según la taxonomía que acabo de exponer se puede decir que tiene un muy fuerte efecto físico, un fuerte efecto cerebral y un ligero efecto hipnótico. Produce elevada dependencia, sobre todo a dosis altas. De los ansiolíticos habitualmente recetados es uno de los que tiene la vida más larga, es decir que permanece haciendo efecto durante más tiempo, por encima de 24 horas.

Otro de los que considero primordiales es el alprazolam, conocido por su nombre comercial de trankimazin. Es muy fuerte en su efecto cerebral, fuerte en el físico y muy débil en el hipnótico. Tiene mala fama por su alta dependencia, pero tomado de forma adecuada es el mejor para la mayoría de los trastornos de ansiedad, especialmente con los ataques de pánico y con el pensamiento obsesivo. Su efecto activo dura entre 6 y 12 horas, aproximadamente.

Uno de los más recetados es el lorazepam, seguro que os suena orfidal que es su nombre comercial. Tiene un elevado efecto hipnótico, un moderado efecto físico y un débil efecto cerebral. Es muy útil para problemas de insomnio, pero poco más, debido al aletargamiento que provoca a otras horas del día. Crea menos dependencia que los anteriores. Aunque su efecto como ansiolítico es de más de 10 horas, su efecto como hipnótico suele estar entre 6 y 8 horas.

El bromazepam, comercializado con el nombre de lexatin, tiene un efecto moderado en el ámbito cerebral y físico y débil en el hipnótico, cuando se toma en dosis normales, pero puede ser recetado en dosis elevadas, con lo que se aumenta considerablemente su intensidad. Es muy adictivo y especialmente tóxico si se toma junto con alcohol. Su efecto dura algo más de 10 horas.

Uno de los habitualmente recetados para el tratamiento de insomnio es el lormetazepam, cuyo nombre comercial es noctamid, que tiene efectos moderados como hipnótico y débiles en lo cerebral y físico. Tiene una vida más corta que los anteriores, entre 4 y 6 horas como hipnótico.

También es habitual la prescripción de clorazepato, más conocido por su nombre comercial de tranxilium, con un efecto fuerte en el ámbito cerebral y físico y leve en el hipnótico. Tiene un efecto muy prolongado, que suele superar las 24 horas.



Espero que esta breve revisión de los principales ansiolíticos os resulte útil y, sobre todo, que os quedéis con la idea en que son muy eficaces reduciendo síntomas en momentos puntuales o temporadas muy cortas, pero a la larga no curan un trastorno por sí mismos y pueden ser problemáticos por lo adictivos que resultan.