martes, 23 de enero de 2018

¿Puede hacer daño un psicólogo?

La buena y la mala psicología

El otro día estaba hablando con una amiga sobre psicología clínica y me preguntó si un psicólogo podía, con una mala intervención terapéutica, dañar a un cliente.
Creo que es la primera vez que me hacen esa pregunta y me hizo reflexionar, así que he considerado que sería interesante escribir sobre ello.


Pero antes de seguir con este texto debo copiar un artículo del código deontológico del psicólogo:

Artículo 22º
Sin perjuicio de la crítica científica que estime oportuna, en el ejercicio de la profesión, el/la Psicólogo/a no desacreditará a colegas u otros profesionales que trabajan con sus mismos o diferentes métodos, y hablará con respeto de las escuelas y tipos de intervención que gozan de credibilidad científica y profesional.

El artículo 22 tiene su lógica, ya que las razones para que un profesional hable mal de otro pueden derivar de cuestiones no demasiado profesionales. No obstante, debería contemplar la excepción del mal uso evidente del ejercicio de la profesión.
Por ello, en este texto voy a hablar sobre generalidades y no plantear casos concretos, que los habría.

A mi consulta han llegado bastantes personas que han pasado por terapias previas. En casi todos los casos comentan que de algo les sirvió, pero que al terminar la terapia no estaban mucho mejor que cuando empezaron. Cuando les preguntas a esos clientes cuánto tiempo duró dicha terapia, en ocasiones, te hablan de dos años o más.
En un artículo reciente comentaba que la media de las sesiones para curar un trastorno psicológico en España era de 23. Sé que es de perogrullo, pero dejadme incidir en que dos años de tratamiento es mucho más de 23 sesiones.
En el mismo artículo comentaba que el coste medio de una sesión de psicoterapia en España es de poco más de 60 €, si consideramos dos años de terapia a unas cuarenta sesiones al año suponen un mínimo de 4.800,00 € por un tratamiento que no ha dado resultado.

Así que volviendo a la pregunta que me hacía mi amiga, en mi opinión uno de los peores daños que hace una mala terapia es perjudicar a la profesión y hacer pensar a las personas que necesitarían tratamiento psicológico que los psicólogos son charlatanes que no curan.
Las personas que han pasado por un par de terapias sin éxito y sin que el terapeuta se haga responsable del fracaso acaban perdiendo la fe en la psicología. O lo que es peor, pensando que su problema no tiene solución.

Eso es algo que también he oído en alguna ocasión: "acabé la terapia porque el profesional que me trataba me dijo que lo mío no tenía remedio".
Esto sí que hace daño. Convencer a la persona de que su problema es tan especial que no puede ser curado en vez de confesar la ineficacia del profesional en un caso concreto es una muestra de cómo un psicólogo puede hacer daño.

Ya lo he dicho en muchos otros artículos, pero lo repetiré una vez más, si crees que el profesional que te atiende no está haciendo bien su trabajo: confróntalo. Y si aún así no estás convencido pide una segunda opinión.





martes, 16 de enero de 2018

Esta terapia se me hace eterna

¿Cuánto debe durar una terapia?

En un artículo anterior comentaba que el código deontológico del psicólogo indica que éste debe abandonar una terapia y derivar a otro profesional a un cliente que no haya podido curar en un plazo razonable. Sin embargo, como en dicho código no se especifica qué es un plazo razonable el contenido de dicho artículo queda vacío.

Afortunadamente los propios psicoterapeutas acuden al rescate de la mano de un artículo publicado por el COP (Colegio Oficial de Psicólogos de España) basado en una macro entrevista a psicólogos españoles.


En dicha encuesta se inquiría sobre diferentes aspectos del ejercicio de la psicoterapia, que nos proporcionan, al menos, una base sobre la que interpretar el ejercicio profesional de la psicología clínica en España.

Aunque dicha encuesta presenta bastantes datos interesantes voy a centrarme en este artículo en los que tienen que ver con la duración de la terapia.

La media de sesiones, sin incluir las de diagnóstico, desde que empieza un tratamiento hasta que se le da el alta al paciente es de 23 sesiones. La misma encuesta indica que en el 70% de los casos hicieron falta 30 sesiones o menos hasta dar el alta.
Si se tratara de una sesión a la semana estaríamos hablando de 6 meses de media y menos de 7 meses para la mayoría de los casos.
Pero como no siempre se puede hacer una sesión a la semana la propia encuesta plantea la duraciones típicas de los tratamientos, siendo 11 meses de media y 12 o menos meses en el 70% de los casos.

El otro día comentaba esta encuesta con un compañero y le parecía que estos tiempos eran exagerados. Estoy bastante de acuerdo con él, pero hay que tener en cuenta que cada marco teórico tiene su proceso y algunos son muy lentos, por lo que las medias de sesiones aumentan.

Vamos con el otro factor importante: el precio. La duración del tratamiento, sobre todo cuando la persona que acude está muy mal, es muy importante, pero para la economía doméstica el coste del tratamiento es primordial.
El precio medio por sesión es de 62 € y el coste más habitual de una sesión de psicoterapia es de 60 €.
Por otra parte, el precio promedio de un tratamiento, incluyendo el diagnóstico, es 805 €, pero el propio artículo dice que las diferencias son muy grandes entre los diferentes profesionales.
En el 50% de los casos el coste del tratamiento no superaba los 1000 €.

Si sois de ciencias como yo, o lleváis bien la economía doméstica, os daréis cuenta que los datos son completamente incongruentes. Si la media de tratamiento son 23 sesiones y la sesión vale 62 € el tratamiento medio debería ser 1.426 € más lo cueste el diagnóstico, no 805 €.
O alguien ha hecho mal las cuentas o más de uno ha mentido a la hora de dar sus precios. Esperemos que no hayan mentido mucho más.

Incongruencias a parte, los datos de duración del tratamiento podrían tomarse como una referencia para saber lo que debería extenderse una terapia. Hablar de 30 sesiones y 12 meses pueden ser datos adecuados para una terapia compleja que requiera bastante trabajo, por lo que para casos más simples puede considerarse una duración menor.





viernes, 5 de enero de 2018

¿Es algo físico o está en mi cabeza?

La somatización

Para empezar a escribir este artículo estaba tratando de recordar si alguno de los clientes que he tratado como psicólogo no padecía algún tipo de somatización. Y no lo consigo. No recuerdo ningún cliente que, de alguna forma, no tuviera alguna molestia física que al disminuir los problemas psicológicos no remitiera o disminuyera.

Y otra constante, aunque ésta no sea tan universal, es que casi todos ellos pensaban que tener asociado un dolor o molestia físico a su problema era algo que solo les pasaba a ellos.
También es habitual sentirse muy intranquilo ante la duda sobre si la molestia es de origen fisiológico o psicológico.

Lo que les digo a todos mis clientes es que primero hay que descartar un posible origen físico.
Recuerdo el caso de una persona -no se trataba de un cliente sino de un conocido- que se quejaba de molestias estomacales que solían coincidirle con momentos de estrés y tras muchos años de pruebas y visitas médicas descubrieron que estaba infectado con H. pylori (la bacteria responsable de la mayoría de las úlceras de estómago). Como esa persona no era mi cliente no puedo afirmarlo con rotundidad, pero seguramente los momentos de estrés debilitaban sus defensas y era cuando se acrecentaban las molestias ocasionadas por la bacteria, así que en su caso, como en muchos, era un problema en parte físico y en parte psicológico.

Pero cuando descartamos lo físico lo que queda es psicológico y eso es la somatización.
Para aquellos que las padecen voy a citar algunas que me he encontrado en mi vida, que creo pueden servir para que quien las padezca se dé cuenta que es un problema muy habitual y no implica una rareza especial:
  • Cefaleas y migrañas
  • Dolores de estómago
  • Dolores musculares y contracturas
  • Mareos
  • Nauseas
  • Fiebre (en ocasiones muy elevada)
  • Aftas bucales
  • Eccemas
  • Alopecia areata (por zonas)
  • Desmayos
Seguro que me dejo alguno más, pero estos serían los principales.

Casi todas las somatizaciones se pueden explicar por la vía de activación simpática, pero eso lo dejo para otro artículo.

En su lugar creo que es interesante comentar una técnica que puede ayudar a reducir la somatización (y también funciona con molestias de tipo orgánico). Se basa en una aplicación libre de las submodalidades de PNL y es bastante fácil.
Lo primero es darle entidad a la molestia, para ello debemos concentrarnos en ella y considerar si podemos atribuirle forma y sonido. En algunos casos nos será fácil, en otros difícil, pero en la medida de lo posible debemos imaginarla de un color chillón y un sonido estridente. Cuando tengamos la identificación plenamente realizada, es decir, sintamos la molestia y la veamos simultáneamente con el color chillón y el tono estridente, podemos empezar el ejercicio que consiste en convertirla en blanco y negro y bajarle el volumen. Tenemos que mantener la forma que le hemos dado y su sonido, pero le eliminamos el color y reducimos su intensidad sonora. Si se ha hecho bien la identificación notaremos como la molestia decrece, muchas veces llegando a desaparecer.
Espero que este ejercicio os sirva.





martes, 2 de enero de 2018

Iré al psicólogo cuando mi situación sea insoportable

¿Por qué en psicología no funciona la medicina preventiva?

Cuando abrí mi primera consulta de psicología entre los servicios que quise ofrecer estaban la psicología preventiva. ¿Por qué esperar a ir al psicólogo cuando estás tan mal que salir de casa es un esfuerzo insoportable?

Todos sabemos que las cosas no están yendo bien, sea en las relaciones familiares, en el trabajo o con nosotros mismos. Cada día nos cuesta un poco más levantarnos y afrontar la vida, hasta que un día ya no podemos más y nos "rompemos".
Entonces, ¿por qué esperar a estar terriblemente mal antes de ir a pedir ayuda a un profesional?


Una amiga que trabaja en mercadotecnia me comentó hace unos días que no solo era un problema de la psicología, que también en medicina costaba mucho promocionar la prevención. Sin embargo, muchos nos hacemos revisiones anuales y si notamos algo en nuestro cuerpo que no nos resulta normal consultamos con un médico, aunque no creamos que sea excesivamente grave.
En psicología esto no ocurre. Nadie va al psicólogo una vez al año para que le hagan una revisión. Muy pocos acuden cuando empiezan a notar los primeros síntomas de ansiedad o de vacío.

Y os aseguro que sería mucho mejor para todos. Para el cliente porque podría evitarse el malestar intenso que produce un trastorno en su apogeo y para el terapeuta porque nos resulta mucho más efectivo trabajar con alguien que no está abrumado por el sufrimiento.
Y una revisión anual con un psicólogo es casi lo mismo que una revisión médica: una primera entrevista, unos cuestionarios que se pueden rellenar en casa y una entrevista para comentar los resultados y contextualizarlos.

En psicología consideramos que una persona necesita ayuda si existe malestar significativo en alguna de la áreas de su vida. O dicho de otra forma que estamos siendo infelices, o hacemos infelices a otros, en algún ámbito (normalmente en varios).
Y es que, en lo referente a la mente, el malestar psicológico y la felicidad son opuestos. Uno de los mejores indicadores de que necesitamos -o vamos a necesitar- ayuda es que empezamos a sentirnos infelices (o que estamos haciendo infelices a los demás).

Si me aceptas un consejo: ¡No esperes para buscar ayuda! ¡Cuánto más tarde más cuesta mejorar y más infelicidad para ti y para los que te rodean!