miércoles, 14 de noviembre de 2018

Psicoterapia contra psicofarmacología

La incongruencia del sistema sanitario europeo

Aunque siempre se ha dicho que España es diferente, en cuanto a la tendencia del sistema público sanitario en el enfoque de los casos de ámbito psicológico, tanto en España como en Europa se sigue la misma tendencia: tratarlos preferentemente con fármacos antes que con terapia.


A finales de la década pasada en un estudio realizado en España, incluyendo ámbitos público y privado, se mostraba que aproximadamente el 35% de los casos de trastornos psicológicos se trataban exclusivamente con farmacología, el 30% con un tratamiento mixto de terapia y medicación y solo un 5% se abordaba solo con terapia.

Y esto considerando el tratamiento público y privado en conjunto, si nos centramos solo en el ámbito público los números a favor del tratamiento farmacológico frente a la terapia psicológica son aún más extremos.

Otro estudio realizado en España muestra que más del 50% de los tratamientos psicofarmacológicos duran más de un año. Algo inadecuado, por el alto riesgo de este tipo de tratamientos, así como por los problemas de recaídas debidos a la propia medicación.


Todo esto contrasta con lo que los estudios consideran más óptimo en el tratamiento de los problemas de índole psicológico.

Un estudio realizado en 2011 por el NICE (The National Institute for Health and Care Excellence; Instituto Nacional de Salud y Cuidados de Excelencia) considera que en los trastornos de ámbito psicológico la terapia debería ser siempre el primer tratamiento de elección y que independientemente de la gravedad del caso nunca se debería realizar un tratamiento psicofarmacológico sin una terapia de apoyo.

Dentro de este campo hay varios estudios que muestran que la terapia psicológica es más efectiva que el tratamiento farmacológico en los trastornos depresivos y de ansiedad.


Así pues vivimos en un sistema sanitario, sobre todo en el ámbito público, que contradice lo que los estudios muestran: que hay que dar prioridad a la terapia en cualquier tratamiento de ámbito psicológico.




miércoles, 7 de noviembre de 2018

Las cualidades de un buen psicólogo

Psicología: ¿arte o ciencia?

Hace unos días leí un artículo que revisaba diferentes estudios realizados sobre los psicólogos. En diferentes ocasiones se han realizado trabajos de investigación para determinar qué corrientes psicológicas tienen mejores resultados y, a raíz de ellos, se ha empezado a estudiar qué características de un psicólogo lo hacen más eficaz.

Me ha parecido interesante resumir algunos puntos de ese artículo en este blog, que a fin de cuentas versa sobre la elección de psicólogo.
No obstante, quería reivindicar antes de nada, que la psicología es una ciencia y aunque muchas de las características que se citan a continuación son cualidades personales que podríamos catalogar como artísticas, eso no niega la necesidad de ser fiel a la base teórica de la disciplina. Poniendo un símil, un arquitecto puede ser un artista, pero si se le caen los edificios de poco habrá servido su estética.




Las características que este estudio considera primordiales en un psicólogo son: escucha, creatividad, intención, poesía y latidos. Algunas son evidentes, otras requieren cierta explicación.

La cualidad que citaba en primer lugar y que yo también considero de las más esenciales es la escucha. No todo el mundo sabe escuchar. La mayoría de las personas parece que escuchan, pero mientras su interlocutor habla ya están preparando la réplica de lo que van a contestar. Un psicólogo debe escuchar comprendiendo, sin realizar juicios sobre lo que oye, aceptando al otro. La escucha es una de las partes más importantes de nuestra profesión, pues nos da la información que necesitamos para entender a nuestro cliente y poder ayudarle.

La creatividad en el ejercicio de la psicología es necesaria por una razón evidente: no hay dos personas iguales. Por lo tanto, aunque nuestro marco teórico nos dé las pautas de cómo proceder, la habilidad de adaptar dichas pautas a cada caso concreto requiere de creatividad y flexibilidad.

La intención se refiere al deseo y el esfuerzo que pone el psicólogo en que su cliente mejore. Para que una persona se cure de un problema psicológico necesita hacer un trabajo y un esfuerzo y esa tarea no puede realizarla el psicólogo por él. Pero lo que sí puede es motivarlo, moverlo a la acción, animarlo y acompañarlo. Eso requiere una dedicación y atención centrada en cada persona y una concienciación del profesional de que su cliente va a mejorar. Tenemos que creer en nuestros clientes para que ellos crean en nosotros.

Si a un psicólogo se le pide poesía no quiere decir que tengamos que ser poetas, sino que pensemos que nuestras palabras harán más efecto cuando se dirigen a la emoción que si se dirigen solo a la cognición. Para curar tenemos que llegar a la parte emocional de nuestro cliente y aunque lo hagamos con técnicas de corte cognitivo, no podemos olvidar que nuestras palabras deben conmover y motivar.

Los latidos en este contexto se refieren al acompasamiento entre el cliente y el psicólogo. Es una forma poética, siguiendo con el espíritu del párrafo anterior, de decir que ambos son humanos, que comparten emociones y que el psicólogo ni puede ser indiferente a las de su cliente ni puede dejarse arrastrar por ellas, si conectan con las propias.



Como resumen podíamos concluir que un psicólogo debe saber escuchar con la cabeza y el corazón e, igualmente, hablar a la mente y al corazón, adaptarse a las necesidades y demandas de su cliente, implicarse en su curación y empatizar con él sin dejarse llevar por sus propias emociones.